domingo, 30 de octubre de 2011

Tengo tanto que decir, pero no sé por donde empezar.
Qué terrible es saber escribir, tener ganas y no poder hilar algo bueno.
Menos mal que sólo sucede a momentos y es parte de la vida humana.

viernes, 21 de octubre de 2011


Me dio miedo dejarte entrar
Me dio miedo dejarte entrara a mi vida
Me dio miedo dejarte entrar a mi vida porque no estaba preparada
Me dio miedo dejarte entrar a mi vida porque no estaba preparada, pero ahora que lo pienso quizá debí atreverme.

Lo pasamos bien juntos
Lo pasamos bien juntos el poco tiempo que estuvimos
Lo pasamos bien juntos el poco tiempo que estuvimos, pero desconfiaba de ti
Lo pasamos bien juntos el poco tiempo que estuvimos, pero desconfiaba de ti con justa razón, ya que ahí estás produciendo tu silencio.

Lo divertido de todo esto
Lo divertido de todo esto es que el miedo perdura
Lo divertido de todo esto es que el miedo perdura, pero esta vez me atreví igual
Lo divertido de todo esto es que el miedo perdura, pero esta vez me atreví igual para desafiar al mañana.

Si un día lo piensas
Si un día lo piensas no dudes en llamar
Si un día lo piensas no dudes en llamar, tendré muchas cosas que te sorprenderán
Si un día lo piensas no dudes en llamar, tendré muchas cosas que te sorprenderán, tantas que te sentirás más viejo de lo que eres.

Y sí, mi novio 20 años mayor que yo se sentirá de 30.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Esos conflictos con el remedio natural



Recuerdo que cuando era pequeña mi mamá escuchaba sagradamente a Pablito Aguilera de la Radio Pudahuel. En aquél excelente programa mañanero crearon una sección donde las mujeres llamaban daban sus consejos naturales y contaban si les había funcionado o no.

Yo no sé si habré sido la única, espero y asumo que no, pero gracias a esa natural área del programa, me convertí en el conejillo de indias de mi madre.
Un día antes de irme al colegio, sacó un tomate, lo partió por la mitad y me dijo: “lávate el estómago bien que te pondré jugo de tomate en tus bellitos porque donde Pablito Aguilera una señora contó que si te aplico eso y te pones al sol los bellitos feos se caerán solos”. Y bueno, como buena hija me quedé en el patio de la casa por horas esperando a ver si aquél pelito se iba a levantar para salir corriendo.
Tenía alrededor de 13 años, era obvio que eran de mi pubertad y que por ende eran de eso delgados y negros, pero que en definitiva como niña que era no me molestaban tanto para someterme a tan extraño experimento.
Si esto les suena extraño, les invito a preguntarles a sus madres, abuelas o tías sobre este tipo de remedios caseros que por lo general son tan viejos y efectivos como el papel de diario caliente con mentolatum en el pecho, para soltar las flemas que le ponían a uno cuando estaba resfriada.
Aunque ojo, si no entiende este natural consejo, créame que estamos en otra sintonía y deberá preguntárselo a nuestro súper amigo que lo sabe todo Google o simplemente a su abuelita. Y mientras tanto yo, por única vez, permitiré que pienses que soy una vieja.
En fin, son tantos los experimentos de plantas naturales y cosas por el estilo que siempre nos generan esa curiosidad que no queda nada más que probarlos y más aún cuando sin dolor y ni atragantándose con una pildorita.
Muchos de esos remedios han perdurado y vienen de antaño, es decir, pasó de mi abuela a mi mamá, de ésta a mi hermana y después ella me lo recomendará a mí o a su hija, cuando le suceda algo donde aquél remedio sea imprescindible. 
Uno de los remedios naturales que siempre me han llamado muchísimo la atención es la hoja de repollo que se le pone a las mujeres cuando se les estanca la leche en sus senos y no pueden amamantar. Definitivamente lo encuentro fabuloso, sobre todo porque tuve un encuentro muy cercano con él.
Mi hermana de los puros nervios se le apretó la leche cuando recién había sido madre, sus pechos le dolía enormemente, tanto, que mi cuñado llamó a mi mamá para saber que podían hacer. Mi mamá con 3 hijas a su haber y con 4 hermanas todas con hijos, mandó a este hombre a comprar un repollo muy grande, con hojas lo más grandes posibles y que lo pusiera en el congelador mientras ella iba para allá.
Cuando mi madre llegó tomó el repollo helado y le saco dos hojas. Mi cuñado no aguantaba la curiosidad, ósea, qué tiene que ver un repollo con el problema que su señora tiene con la leche… ¡Nada! Parecía una idea un tanto descabellada. Hasta que le aplicaron el remedio en uno de sus pechos por un rato hasta que las hojas se pusieron calientes y fueron reemplazadas cada cierto tiempo por otras nuevas y heladas que disminuían la fiebre del seno.
Después de un tiempo esperando que el dolor desapareciera, la leche comenzó a bajar nuevamente como por arte de magia y mi sobrina por fin se pudo alimentar sin problemas.
Pero lo más divertido de todo es que hasta los médicos especializados en el tema lo recetan, porque sus abuelas lo hacían y saben que funciona efectivamente, las hojas de col sirven por lo general para amenizar supuestamente los estados febriles de distintas áreas del cuerpo
Ahora, no sé si después de eso el bebé se habrá hinchado como sucede después de comer la ensalada, pero creo que ese ya es otro cuento.

domingo, 16 de octubre de 2011

Un amigo le había hablado del desapego del ser humano con su alma después de haberse llenado totalmente y al respecto le dijo que debía continuar, que las salidas eran necesarias para detener el excesivo crecimiento que se tiene por la vida. Además agregó que  Dios o la naturaleza, o lo que sea, tiene un destino para cada uno y si avanzas rápido o te desvías te detienen con un colapso de preguntas para que te hagas aún más fuerte para lo que venga, ya que detenerse (la detención) no es malo, es incómodo y hay que aprender a vivir con ella para continuar con el crecimiento.
Nacen los miedos, las ganas de morir y de vomitar con todo lo que te digan, pero solo uno, sabe como mejorar.
Te debes detener, mirar alrededor, ver qué tienes, ver qué haces, qué hace falta, cuestionarse por qué sucedió, qué se debe mejorar y de pronto cuando lo ves desde otra panorámica, comienzas a caminar nuevamente. Por lo menos te regresan las ganas de hacer cosas.
El proceso es lento, pero sirve. Creces con miedos y te alineas con los humanos. Los comprendes más porque sabes que viven lo mismo que tu a pesar de pensar diferente y tener una percepción distinta. Te das cuenta que debes dejar la arrogancia, guardarla y sólo mostrarla para mejorar lo que está en tu entorno.
Lo cual antes no era tu prioridad, ya que eras único y diferente a los demás y sólo te importaba la lucha por tu anarquismo, pero que ahora sólo sabes que es un ideal y te agrada, pero no más que estar bien contigo y los que siempre estarán contigo.
Te sentirás simplemente mejor.



Había una vez una niña con el alma vacía. Tenía una excelente familia y muy buenos amigos, pero a pesar de saberlo, un día, su cabeza se sintió demasiado realista, tanto que olvidó a su entorno y la pasión por lo que hacía.