Ese despertar temeroso que te mantiene intranquila por un largo rato después de despertar y que te deja coja ante el comienzo de un nuevo día es tan molesto como despertar de un mal sueño que deja sensaciones extrañas en el cuerpo y la mente.
Y lo peor aparece cuando nace la ansiedad de no querer sentir nada más que la normalidad que nos mantiene vivos.
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